Marketing inteligente ¿emoción o acción?


No ha pasado mucho tiempo desde que el marketing medía su eficiencia en los cuatro pilares que lo sustentaban. Plaza, precio, promoción y producto, se consolidaban como los ejes centrales de la presencia de las marcas dentro de su industria y dentro del modelo productivo.

Las redes sociales y más concretamente, la llegada de los blog a nuestra vida nos hablaron de lo que hoy se conoce como la Web social que ha logrado derrotar a grandes y arraigados paradigmas en relación a la publicidad, el marketing y su eficiencia real.

Mucho ha llovido también desde aquellos comienzos en los que la Web 1.0 o Web de contenidos, abría las puertas a los ingresos por Internet, a través del  magnífico esquema publicitario del buscador para el cual, sólo centrándose en la métrica subyacente en las palabras clave  y su densidad, se lograba un buen lugar dentro del buscador.

Hoy el marketing cambian sus paradigmas y asistimos a la fusión de términos tan innovadores individualmente como neuro-marketing, marketing emocional y ahora también… marketing inteligente.

Aquél que permite aprovechar los mensajes de los usuarios para crear contenido ad-hoc de forma automática… una tecnología aún sin mucha penetración que permitirá la consolidación de portales corporativos mucho más eficientes.

Lo primero que debe saber es que, al igual que el SEO eficiente, ningún resultado se producirá de forma inmediata, si es cierto que el aprovechamiento de los clientes más vinculados con la marca haciendo de ellos elementos de marketing en si mismos, puede suponer un gran crecimiento para el entramado específico de la empresa dentro del entramado global.

Precaución con el spam, únicamente comenzando con un buen posicionamiento web e informando del negocio a nuestros seguidores es que podremos evitarlo.

Al igual que cualquier otra estrategia, el marketing inteligente comienza desde la eficiencia del contenido, tanto en el portal corporativo como en la comunidad de Facebook, el contenido debe ser de alta calidad y su actualización debe ser constante, solo así logrará aumentar su valor agregado.

Finalmente y varias veces al día… en realidad con cada una de las acciones que se pongan en marcha, debemos preguntarnos:

  • ¿La estrategia utilizada es eficiente?
  • ¿La marca obtiene un buen ROI?
  • ¿Los niveles de competitividad van en aumento?
  • ¿FODA personal?
  • ¿FODA de la competencia?

Sólo  a través de las respuestas que obtengamos en cada momento y su aplicación en nuestra estrategia, lograremos el dinamismo necesario para construir una marca cada vez más competitiva que se adapte a las necesidades de su público objetivo.

Finalmente, la conjugación de las acciones, con las emociones inherentes a la interacción social, es lo que logrará que los usuarios se transformen en elementos transmisores de la marca y sus acciones, logrando la eficiencia máxima del entramado social asentado sobre una base horizontal de personas unidas por intereses y necesidades retroalimentadas.


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